lunes, agosto 8

34 Vámonos a dar un paseo por el centro

FECHA GALÁCTICA: 8 de agosto de 3302

DISTANCIA AL SISTEMA SOLAR: 6.340 años luz

La Atenea permanece inerte, flotando entre los gigantescos asteroides de hielo, a medio camino entre la burbuja habitada y el centro de la galaxia. En su vientre, las ahora inútiles 64 toneladas en generadores de energía destinados a las labores de reparación de Jaques Station son un simple lastre. La nave lleva virtualmente muerta más de una semana.

La Atenea en su ubicación actual, en un anillo perdido en mitad de ninguna parte

La peculiar estación del cyborg Jaques intentó hace algún tiempo un salto a Beagle Point, al otro extremo de la galaxia, y tamaña epopeya ha terminado en un fallo catastrófico que ha dejado varada a la estación en el sistema Eol Prou RS-T d3-94, a unos 22.000 años luz de la burbuja habitada y en una región no muy alejada del centro de la galaxia. A finales de julio Jaques hizo un llamamiento para que le enviaran el tantalio, los generadores de energía, los reguladores estructurales y las redes de energía que necesita para las extensas reparaciones que deben llevarse a cabo en la estación, y esto ofrecía una excelente oportunidad para sacar un dinero adicional en nuestro planeado viaje al centro de la galaxia. Una oportunidad que no íbamos a dejar pasar.

El llamamiento a la comunidad que el cyborg Jaques lanzó hace menos de una semana

El plan era llenar la bodega de generadores de energía y entregarlos en Jaques Station siguiendo el brazo de Orión, realizar reparaciones, vender los datos cartográficos recopilados en el viaje de ida y luego dirigirse al centro de la galaxia, para después volver a la burbuja habitada desde allí atravesando el brazo de Sagitario pasando por distintas nebulosas. Pero me temo que eso ya no será posible.

La ruta planeada para la Atenea, mucho más ambiciosa que nuestras dos expediciones anteriores

El problema está en la computadora central. Por suerte el soporte vital funciona, tenemos combustible, los impulsores responden y estamos en una órbita estable, cerca de este planeta con anillos de hielo. Pero no podemos movernos de aquí hasta que reparemos la maldita computadora. Sin ella, mejor dicho, sin el subsistema que realiza los cálculos astronómicos, no podemos poner en marcha el motor de distorsión para desplazarnos. Y es que viajar por el hiperespacio no es como dar un paseo por el campo: sin cálculos exactos podríamos chocar contra una estrella, o dar con una supernova, con lo que se acabaría el paseito.

Todo eran grandes esperanzas cuando partimos de nuestra base

El viaje fue bien los primeros días. Zarpamos el 22 de julio de 3302 y parecíamos avanzar a buen ritmo, que era mi máxima preocupación, ya que el tiempo empleado en llegar a Jaques Station era vital de cara a entregar a tiempo la mercancía solicitada, pues aunque había varias semanas de plazo, se esperaba una gran respuesta de la comunidad y el cupo podría cubrirse mucho antes del plazo estipulado. Descubrimos en esos primeros días muchos mundos tipo Tierra, acuáticos, de amoníaco, planetas terraformables de diversa índole, y algunas enanas blancas, estrellas de neutrones y un agujero negro. También tuvimos ocasión de admirar una nebulosa planetaria especialmente espectacular.

Esta nebulosa planetaria nos dejó asombrados

El agujero negro en el centro de la nebulosa

Mundo tipo Tierra

Mundo de amoníaco

Y entonces ocurrió. La brusca salida al espacio normal se tradujo en una sacudida de la nave que hizo que me mordiera el labio involuntariamente. No noté la herida hasta que el sabor salado de la sangre y las gotas, rojas y perfectamente esféricas, flotaron ante mi alejándose lentamente.

- ¡¿Qué ha pasado?!, ¡Salazar, informe! -grité por el comunicador.

La mujer estaba de guardia en el puente en ese momento y me extrañó oírla balbucear. Salazar no suele mostrar indecisión o falta de seguridad:

- No... no sé, comandante... será mejor que venga al puente.
- Recibido. ¡Atención, tripulación: zafarrancho de combate! -más vale prevenir que curar, dice un refrán.

La luz ambiental pasó al tono rojizo cuando Salazar activó el modo de combate. Björnsson fue el primero en llegar al puente con ágiles y rápidos movimientos que evidenciaban su familiaridad con el entorno de gravedad cero. Unos segundos después Nakamura me confirmó por el comunicador que también estaba en su puesto, y mientras yo me abría paso por los pasillos desde mi camarote apartando algunas cosas que habían salido de sus ubicaciones, ya estaban informándome de la situación:

- Los sensores están limpios: ni un contacto. Anclajes de armamento desplegados -dijo la primer oficial con voz calmada. 
- Escudos a pleno rendimiento -complementó Björnsson con la voz gutural del que se acaba de despertar de un profundo sueño.

Salazar tardó aún un poco en tomar la palabra por el comunicador. Era evidente que estaba enfrascada en el diagnóstico de la nave y me leía los resultados según los vomitaba la computadora.

- Impulsores... funcionando. Soporte vital... cien por cien de operatividad. Depósito de combustible... lleno...

Cuando llegué al puente todos estaban en sus puestos y me miraron a la espera de órdenes. Al ocupar el puesto del timón mi primera reacción fue comprobar los impulsores y respiré aliviado. Estábamos muy cerca de la parte más densa del anillo de hielo del planeta que estábamos escaneando. Alejé la nave varios kilómetros sobre el plano del anillo hasta quedar a una distancia segura y en una órbita que no se degradara.

Salazar seguía leyendo el estado de los sistemas:

- Armas... escudos... sensores... colector de combustible... ¡aquí!: motor de distorsión desconectado. Parece que nos ha sacado de supercrucero la desconexión repentina del motor de distorsión. Sin embargo su integridad está al cien por cien y no hay problemas de falta de energía. Voy a activarlo de nuevo... vaya, parece que no se activa...

La miramos todos con cierta extrañeza. La sargento era la que estaba de guardia en el puente, así que nadie excepto ella podría haber accionado la desconexión del motor desde la consola. Nakamura y Björnsson podrían haber accedido por los paneles de mantenimiento al motor directamente o a alguno de los cables que le suministran la energía y desactivarlo, pero... ¿qué sentido tendría un sabotaje que puede costarnos la vida a todos?. Era absurdo, tenía que ser una avería, pero ¿dónde?

Los pasillos de la Atenea se hacen larguísimos cuando se trata de revisar cableado y conductos

Las siguientes horas fueron frenéticas: un reinicio de los sistemas, revisión minuciosa del motor y los conductos de energía y refrigeración del mismo. Hasta que Salazar dió con el problema. Se acercó a mi con el semblante serio y preocupado del que tiene que dar una mala noticia y teme la reacción del oyente.

- Señor, creo... -empezó a decir con un titubeo- creo que sé cuál es el problema.

Me giré en el aire haciendo uso de los microimpulsores incorporados en el traje y ella desvió la mirada con cierto nerviosismo. Sentí de repente un vuelco en el pecho.

- Vamos, sargento, no tenemos todo el día...
- Quizá sí que tenemos todo el día, y muchos días... -dijo ella crípticamente, e inmediatamente se arrepintió de hacerlo. Bueno, el caso es que llevo dos horas examinando los registros de la computadora y... mire estas líneas:

Levantó su brazo y en la holopantalla de la computadora de su muñeca derecha parpadeaban en rojo varias líneas:

"SysFailure: memory bank 201b4fa87cff offline"
"SysFailure: navsubsistem offline"

Estaba claro como el agua: un fallo de hardware en la computadora que había afectado al sistema de navegación. Esto causa automáticamente una desactivación preventiva del motor de distorsión por parte de la computadora, ya que es incapaz de trazar con seguridad trayectorias de navegación a velocidades hiperlumínicas.

- Estupendo entonces, -dije yo con la confianza que da la ignorancia- identificar el problema es el primer paso para la solución. Solo hay que sustituir el circuito de memoria por uno de repuesto, actualizar el firmware incorporado si fuera necesario, volcar copia de seguridad de los datos del subsistema afectado... en fin... esas cosas que ustedes los ingenieros están tan capacitados para hacer -dije sonriéndole a Salazar de forma tranquilizadora.

Mi sonrisa se congeló cuando quedó claro por su sombrío rostro que Salazar no compartía mi optimismo.

- El problema es que... no tenemos repuestos de esas memorias. Olvidamos cargar esos suministros. Y los nanobots del sistema de autorreparaciones pueden reparar o fabricar cables, paneles, conductos y otras cosas sencillas, pero no pueden construir un circuito como ese y su firmware asociado...

Durante unos segundos no supe qué decir. No podía ser cierto. No podíamos estar condenados a morir aquí por un miserable circuito de la computadora, y sin embargo parecía que así era. ¿Cómo podían haberse olvidado de cargar los repuestos?. Pero no era el momento de buscar culpables, todos me miraban, esperaban con ansia mis palabras, las órdenes precisas que nos sacarían de allí a todos como en otras ocasiones. Crucé la mirada con Nakamura. Sus ojos mantuvieron mi mirada un segundo y luego se desviaron al suelo.

- Está bien. Está bien... -repetí mientras pensaba, haciendo gestos afirmativos con la cabeza de forma inconsciente.

- No tenemos la pieza ni podemos fabricarla. Pero quizá podríamos utilizar otro de los circuitos de memoria cuyo firmware sea compatible con el del subsistema de navegación, y por tanto pueda albergarlo. Si los subsistemas basados en ese circuito de memoria no son vitales, podríamos trasladarlo y montar de nuevo el subsistema de navecación en ese otro circuito. ¿Es eso posible Salazar?

La mujer se llevó la mano a la mandíbula y la masajeó pensativa durante lo que me pareció una eternidad.

- ¿Es posible? -dije con cierta impaciencia.
- Creo que sí... la computadora de la nave es un sistema complejo, algunos de los circuitos de memoria son específicos y dedicados, pero otros son comunes y compatibles. Habría que reemplazarlos y, mediante ensayo y error, encontrar uno compatible.

Mientras hablaba gesticulaba con las manos y la expresión de su cara cambiaba: había una posibilidad.

- ¡Excelente!, no perdamos tiempo, póngase manos a la obra y díganos lo que necesite. Estamos completamente en sus manos, sargento.

La mujer asintió en silencio enérgicamente y se impulso hacia la puerta, salió del puente y desapareció en dirección a las entrañas del delicado cerebro de la nave...

Salazar comienza a probar el intercambio de los circuitos para reparar la computadora